ENRIQUE VILA-MATAS
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EDUARDO LAGO traduce ANNA LIVIA PLURABELLE (fragmento de FINNEGANS WAKE, de James Joyce)
 

Vigesimoprimera entrega.
Hotel Marlton, Manhattan, 31 de diciembre de 2015.


Llega ésta, la penúltima entrega de Anna Livia Plurabelle, al filo del año que se acaba. Por estas fechas, en 2014, me encontraba en la isla de Más a Tierra, en el Archipiélago de Juan Fernández, adonde espero regresar pronto, esta vez con idea de llegar a la remota Isla de Más Afuera (Alejandro Selkirk), que queda a doce horas de la Bahía de Cumberland (Isla Robinson Crusoe) en lancha. En cuanto a Anna Livia Plurabelle, me entristece estar tan cerca del final, a punto de cerrar un largo ciclo durante el cual he podido escuchar el rumor de todos los ríos del mundo, concentrados en unos pocos centenares de frases. Es lo que quería: celebrar una fiesta fluvial de palabras. Traducir el texto completo de Finnegans Wake, como se empeñaba en que hiciera mi editor, hubiera sido un completo despropósito, al menos para mí. Quien sí lo ha hecho es Marcelo Zabaloy, traductor de la cuarta versión al castellano del Ulises, publicada por Cuenco de Plata el pasado mes de abril. Hace unos meses Zabaloy me escribió anunciándome que esta misma editorial publicará su traducción de Finnegans Wake en junio de 2016. La historia tiene un prólogo inquietante. El pasado mes de julio me invitaron a participar en unas jornadas dedicadas a conmemorar el 70 aniversario de la aparición de la primera traducción del Ulises al castellano, que hizo Salas Subirat. El encuentro tuvo lugar en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. La coincidencia con la publicación de una nueva traducción del Ulises al argentino tuvo consecuencias inesperadas para mí. Al igual que Salas Subirat, Zabaloy es un outsider del establishment literario. A primeros de julio, estando yo en Uruguay, el editor de Cuenco de Plata, Edgardo Russo, que tuvo un papel muy activo en el proceso de traducción de Ulises, me convocó a una reunión con él y Zabaloy en la sede de su editorial. En el correo que me envió me decía que tenía algo muy importante que proponerme. La víspera del viaje le confirmé la cita. Horas después, no había recibido respuesta suya, cosa que me extrañó un tanto. Por la noche le escribí un segundo email, que tampoco contestó. Por la mañana, momentos antes de salir del hotel, envié un tercer correo, confirmando la hora de mi llegada. Aunque al parecer no tiene la magia que tuvo antaño, cuando era posible salir a cubierta de los barcos, el viaje entre Montevideo y Buenos Aires en buquebús por el Río de la Plata sigue siendo una experiencia mágica, realzada aquella mañana por una niebla que acentuaba el misterio del trayecto. A bordo no había libre acceso a internet, de modo que poco después de zarpar adquirí una clave temporal. Nada más activarla me llegó un correo de Marcelo Zabaloy que decía escuetamente: “Estimado Eduardo Lago, lamento comunicarle Edgardo Russo falleció repentinamente en su despacho anoche. No soy capaz de decir nada más”. Esa misma tarde me reuní con Zabaloy y el organizador del encuentro dedicado a Joyce, quien tomó la decisión de dedicarle las jornadas a Russo, en un café de Palermo-Soho. Zabaloy puso un empeño extraordinario en que fuera a cenar a casa de su hijo al día siguiente. Cuando llegué me llevó directamente a su despacho, donde había un ordenador encendido con el texto de la traducción francesa de Finnegans Wake y el manuscrito de la versión castellana que había hecho él mismo, abierto por la primera página, junto a un ejemplar del original inglés desvencijado. Encima de la mesa había lápices, bolígrafos y rotuladores de varios colores. Sin preámbulos, Zabaloy empezó a hacerme preguntas acerca de la posible traducción de ciertos vocablos, empezando por el que inaugura el texto, riverrun. Fue una noche dadaísta, que me dejó pensativo. Comprendí que carece por completo de sentido que nadie acometa de manera individual la labor de traducir textos como Finnegans Wake o Ulises. Las jornadas de la Biblioteca Nacional reforzaron aquella convicción.

Bahía de Dublín
Bahía de Dublín
 
Judd Staley lee FW a su bebé recién nacido
Un caso alarmante. Judd Staley, de la Finnegans Wake Society
of New York, con su bebé el día en que éste nació.

En sí fue un encuentro grato, con gente amable y erudita, aunque en más de una ocasión se planteó como un partido de fútbol entre España y Argentina, cuyas selecciones estaban de momento empatadas a dos traducciones. (Por parte argentina las de los outsiders Salas Subirat y Zabaloy; por parte española, las de dos insiders: el poeta Valverde y el tándem académico Venegas/Tortosa). La totalidad de los ponentes eran argentinos, con la salvedad de un joven profesor irlandés, Barry McCrea, y yo. Los ponentes del primer día pusieron mucho énfasis en ensalzar la traducción de Salas Subirat, a cuyos méritos se sumaba el logro que era la versión de Zabaloy. Para mí, lo más destacado era al marcado localismo de los cuatro intentos. Los andalucismos de Tortosa (“de Anna Livia cuéntamelo tó”) o de Valverde eran comparables a las secciones en lunfardo de las versiones argentinas. Debido a que vivo en Estados Unidos, un lugar donde se está forjando una nueva variedad de español resultante de amalgamar distintas jergas nacionales del mundo hispánico, comprendí que carece por completo de sentido verter el texto de Joyce a ninguna variedad nacional del castellano. Además, vi con claridad que un trabajo así no se debe dejar en manos de supuestos expertos (léase insiders, se trate de eruditos o de creadores); tampoco se puede dejar algo de tanta envergadura en manos de aventureros quijotescos como Salas Subirat o Zabaloy. Uno de los descubrimientos que hice durante las jornadas de la Biblioteca Nacional es que la traducción de Salas Subirat había caducado. El hallazgo lo efectué aplicándole lo que cabe llamar “la prueba de Combray”, consistente en leer la evocación que hace Proust de aquel lugar en la traducción de Pedro Salinas. Sustituyendo el fragmento de Proust / Salinas por la bellísima descripción del atardecer en la Bahía de Dublín que abre el Capítulo V del Ulises comprobé que en tanto que el texto de Salinas sostiene de manera admirable el embate del original proustiano, la traducción que hace Salas Subirat del texto de Joyce se desmorona al contrastarlo con el texto de Joyce. Más que un detalle, se trata de un síntoma. Hacía falta, sí, una traducción nueva del Ulises, pero el trabajo de Zabaloy resuelve sólo en parte el problema. No porque no sea una buena traducción, que lo es, sino porque sólo tiene validez en una pequeña provincia del idioma. Como las que la antecedieron, no alcanza una dimensión de universalidad. (Esto es perfectamente legítimo decirlo a propósito de una traducción, no así de un original; la lengua argentina de Cortázar o Saer, pongamos por caso, cumple el requisito de validez universal por tratarse de un texto original; lo mismo cabe decir de cualquier texto literario de calidad gestado en cualquier otra región de la lengua común). Ello me llevó a proponer al Instituto Caro y Cuervo un proyecto de traducción panhispánica del Ulises, en la que se sustituiría la figura del traductor individual por equipos de jóvenes que se ocuparían de trasladar el texto a las distintas variedades nacionales del mapa hispanohablante. Se trata de un proyecto demasiado complejo para describirlo aquí. Lo importante es que ha sido aceptado por la dirección del Caro y Cuervo y se pondrá en marcha a principios de 2016. Todo esto, no hace falta decirlo, lo previó Joyce en su momento, de manera gozosa. Traducir Finnegans Wake, ¿no? Hay momentos extraordinariamente difíciles como Senior ga dito: Faciasi Omo! E omo fu fň. Ho! Ho! Senior ga dito: Faciasi Hidamo! Hidamo se ga facessŕ. Ha! Ha! Sólo las interjecciones plantean un reto insoluble (hay que traducirlas… Bueno, también hay que incorporar los signos de exclamación que apuntan hacia arriba.). Nada más, salvo desear a los fanáticos del texto, como desearle al hijo de Judd Staley, miembro de la Finnegans Society of New York, un feliz 2016.
 
538) My colonial, wardha bagful! A bakereen´s dusind with tithe tillies to boot.   ¡Mi colonial, el wardha a espuertas! Una trecena al horno dusindio con diezmo de aguinaldo por demás.
539) That´s what you may call a tale of a tub! And Hibernonian market! ¡Eso es lo que bien puede llamarse el cuento de una barrica! ¡Y mercado hibernonial!
540) All that and more under one crinoline envelope if you dare to break the porkbarrel seal. Todo eso y más bajo una envoltura de miriñaque si te atreves a descerrajar el barril del pernil.
541) No wonder they’d run from her pison plague. Se entiende que huyeran de la plaga del pisón.
542) Throw us your hudson soap for the honour of Clane! ¡Tu jabón del hudson lánzanos por el honor del Clan!
543) The wee taste the water left. I’ll raft it back, first thing in the marne. El exiguo sabor que dejó el agua. En balsa volveré en cuanto amarnezca.
544) Merced mulde! Ay, and don’t forget the reckitts I lohaned you. ¡Mulde Merced! Puesí, y no te olvides los réquitos que te lujané.
545) You’ve all the swirls your side of the current. ¡Tienes todos los remolinos a tu lado del correlrío!
546) Well, am I to blame for that if I have? Bueno, ¿y yo qué culpa tengo de tenerlos?
547) Who said you're to blame for that if you have? ¿Quién dijo que tengas culpa dello si los tienes!
548) You’re a bit on the sharp side. I’m on the wide. Tú estás un tanto hacia el costado agudo. Yo estoy en el obtuso.
549) Only snuffers’ cornets drifts my way that the cracka dvine chucks out of his cassock, Solo cucuruchos apagavelas soplan hacia mí cuando el clérigo chalupa se saca la manga de la sotana,
550) with her estheryear marsh narcissus to make him recant his vanitty fair. con su narciso de las ciénagas esterañas para hacer que se retracte de la feria de sus vainidades.
551) Foul strips of his chinook’s bible I do be reading, dodwell disgustered but chickled Tiras sucias de su biblia chinook me estoy leyendo, dodobien repugneado pero al tramuz
552) with chuckles at the tittles is drawn on the tattle page. de risa ahogada entre tildres dibujados en la portabla.
553) Senior ga dito: Faciasi Omo! E omo fu fň. Ho! Ho! Senior ga dito: Faciasi Omo! E omo fu fň. ¡Jo! ¡Jo!
554) Senior ga dito: Faciasi Hidamo! Hidamo se ga facessŕ. Ha! Ha! Senior ga dito: Faciasi Hidamo! Hidamo se ga facessŕ. ¡Ja! ¡Ja!
555) And Die Windermere Dichter and Lefanu (Sheridan’s) old House by the Coachyard Y Die Windermere Dichter y la vieja Casa de la Cochera de Sheridan (Lefanu)
556) and Mill (J.) On Woman with Ditto on the Floss. Y En torno a la mujer, de (J.) Molino con el Ídem del Floss.
557) Ja, a swamp for Altmuehler and a stone for his flossies! ¡Ja, una ciénaga para Altmuehler y una piedra para sus molientes!
558) I know how racy they move his wheel. Sé con cuánto brío le mueven la rueda.
559) My hands are blawcauld between isker and suda like that piece of pattern chayney there, Las manos tengo blaugélidas entre el ísker y el suda como la esmerada porcelaida que yace
560) lying below. Or where is it? Lying beside the sedge I saw it. ahí abajo. ¿O dónde diantre? Tirada entre las juncias la vi.
561) Hoangho, my sorrow, I’ve lost it! Aimihi! With that turbary water who could see? ¡Huang he de mi tristeza, la he perdido! ¡Ay de mihi! Con agua tan de turba quién la iba a ver!
562) So near and yet so far! But O, gihon! I lovat a gabber. ¡Tan cerca y aun así tan alejada! ¡Mas oh, Gihón! Yo al lovato mendaz.
563) I could listen to maure and moravar again. Yo escuchar podría de nuevo al maure y al moravar.
564) Regn onder river. Flies do your float. Thick is the life for mere. Regen ríabajo. Dípteros te la flotan. Densa es la vida en el remanso.
Life. The Subjection of Women. John Stuart Mill
The Mill on the Floss. George Eliot
Uncle Silas. Sheridan Le Fanu
A Tale of a Tub
Tom and Maggie Tulliver in The Mill on the Floss
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